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Escultura para Laura

Recorrí
la casa
mirando
como las piedras
o los troncos
relucían caracolas.
Aquellos
fierros
oxidados,
los escombros
metálicos
eran un

Leftaro,
un Colin
con lanzas
apuntando
al firmamento.
Pensando
en tu cara
rosada
recogí
plumitas
de gallinetas.
Recogí
las hojas
secas
y quería
irte
trayendo
en mis pasos
Sentía
las manos
esculpir
la madera
y pensaba
en mis manos
palpitantes
en cada
espacio
de tu cuerpo.
Mi dedo
entre tus labios
mis labios
en el botón
de tu pezón.
Otro atardecer
vendrás
conmigo
y entre
las esculturas
en un tronco
desnudo
mas allá
del ojo
y de la mano
descubriremos
el ciruelo
iracundo
arrastrado
por el viento.
Vendrás
amor
a buscar
entre
las estatuas
y las esculturas
de una plaza
imaginaria,
el origen,
la piedra
y el granito puro
el ciruelo,
el raulí,
el oregón
que se abrió
con las manos
del artesano
para mostrar
su alma
como abro
tus extremidades
para encontrarme
en tu amor.

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A que huele tu nombre

Si tu nombre huele a solfeo, flores, infinito y posó mi boca bajo la erupción. Tan dulce y tormenta. Tu diminuta presencia. Extraño despertar sobre las tablas. Madera antigua. Y beber cada poro, succionar el polen de la rosa. Afuera está la ciudad avanzando. En un tren subte, en un bus oruga Y bajo cada mole de acero y cemento yace la tierra. Se  asoma la vida entre las tablas del piso. En la paredes humedas Desde los muros surge un jardín. Es un concierto tu nombre. Toco tus notas, bebemos un vino. Afuera duermen los mendigos su última noche. Quizas por eso nos embriagarnos algunas noches. Y caminamos cabizbajos. Asi no duele tanto el amor.

Alameda de las delicias.

Hileras de carpas, colchones, rostros agrios. Ebrios, perros vagos. Vagabundos perros vagos. Malolientes, cagados y meados. Restos carcomidos Estado demócrata. Tu calle la fotografía social. Alameda Bernardo O'higgins eje de la capital Santiago de Chile. En sus carpitas las sobras del modelo neoliberal. Parecen ancianos esperando su funeral.

Tan simple

Tan simple el amor. Dulce miel adobada de luces y sombras. No pude gritar mas fuerte tu nombre. Los silencios hieren como las corcheas en un calendario. Eras la canción preferida de mis sueños. Y llegaba a casa a lavar la rutina en una espesa lavasa. Pero convertía las flores en rojos clavelines. Aun seguirán sonrojando a los zorzales. No pude amarte mas porque  todo el amor estaba derramado en nuestra alcoba. Se escurría por cada espacio Bajo los muebles En el cubrecamas las tazas y vasos. Acaso no viste que caminaba como una oruga entre las plantas. No me viste vestido de oruga caminando como un prendedor en tu pecho. Déjame  llevar ramitas a nuestra alcoba, Haremos un nido De plumas, Recortes de primavera cinturones de estrellas Amarremos  con madreselvas y pasionarias la esperanza. Y sigamos, una  y otra ves porfiando este amor aunque me distraigan los niños jugando bajo el dintel en n