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Mostrando las entradas de febrero, 2020

A que huele tu nombre

Si tu nombre huele a solfeo, flores, infinito y posó mi boca bajo la erupción. Tan dulce y tormenta. Tu diminuta presencia. Extraño despertar sobre las tablas. Madera antigua. Y beber cada poro, succionar el polen de la rosa. Afuera está la ciudad avanzando. En un tren subte, en un bus oruga Y bajo cada mole de acero y cemento yace la tierra. Se  asoma la vida entre las tablas del piso. En la paredes humedas Desde los muros surge un jardín. Es un concierto tu nombre. Toco tus notas, bebemos un vino. Afuera duermen los mendigos su última noche. Quizas por eso nos embriagarnos algunas noches. Y caminamos cabizbajos. Asi no duele tanto el amor.

Alameda de las delicias.

Hileras de carpas, colchones, rostros agrios. Ebrios, perros vagos. Vagabundos perros vagos. Malolientes, cagados y meados. Restos carcomidos Estado demócrata. Tu calle la fotografía social. Alameda Bernardo O'higgins eje de la capital Santiago de Chile. En sus carpitas las sobras del modelo neoliberal. Parecen ancianos esperando su funeral.

Prohibido comprar a vendedores...

Hay cosas que emocionan sobre el carro del metro. Un rapero con su niño, tan niño como el rapero. Mientras canta  pasa el que vende  cuchufli, sonríe y saluda al rapero, le regala unos cuchufli. El rapero se lo pasa con una sonrisa a su  niño. Termina de cantar,  el rapero pide colaboración. Justo pasaba el de los cuchufli. Ambos  sonríen,  le da unas monedas al rapero. Gracias socio dice su voz y sus ojos. Me quedó pensando en la humanidad entera que vacila entre un vendedor de cuchufli, un rapero y un niño con su cuchufli. Mientras la voz metálica del parlante del carro que gruñe, No esta permitido comprar...